Allí la pastora Rudys Limonta García y otros miembros de esa iniciativa contribuyen a disminuir el impacto del VIH y otras infecciones de trasmisión sexual.
Dos promotoras de salud formadas por el proyecto y otros integrantes capacitados en temas de género realizan mensualmente talleres, charlas y conferencias educativas que promueven la no violencia e ingestión de bebidas alcohólicas.
Asimismo, se ha trabajado a favor del respeto a la diversidad sexual en aras de extender el trabajo de promoción de salud.
“Personas con diferentes preferencias sexuales han mejorado sus vidas y comprendido la necesidad de cuidarse. Muchos han participado en encuentros nacionales que se organizan en la capital”, comentó Limonta.
Para este trabajo se han estrechado alianzas con el Ministerio de Salud Pública en la región.
Ana Margarita Mayor, especialista en microbiología y coordinadora del programa, refiere que el mayor logro en estas comunidades es el reconocimiento de la necesidad de trabajar las temáticas asociadas al VIH/sida.
“Durante estos 20 años hemos tenido aceptación por parte de las iglesias. En cuatro de las iniciativas del proyecto se han formalizado espacios de acogida y equipos de ayuda mutua: Palma Soriano en Santiago de Cuba, Chaparra en Las Tunas, Nuevitas en Camagüey y Sur Isleta en Guantánamo. En cada una de ellas, las pastoras y pastores han sido aliados estratégicos en la solidaridad y apoyo a las personas con VIH”, destacó.
Mayor también subrayó que, aunque el VIH tiene mayor incidencia en la región occidental del país, se han tenido en cuenta otros territorios en el oriente cubano porque. “Por una persona, vale la pena”, sostuvo.
Al cierre del proyecto Comunidades por la Vida II, Sur isleta presentó como principales resultados la sensibilización de jóvenes y adolescentes en la prevención de las ITS y VIH/sida, la formación de equipos de ayuda mutua con encuentros mensuales, el trabajo con niños de madres y padres portadores, las visitas de acompañamiento y consejerías y las actividades especiales que se realizaron a lo largo de tres años, como respuesta al Día Mundial de esa enfermedad.
Para Rudys este no es un trabajo que termina. “Solo hemos sentado las bases para continuar. Hoy soy una mujer más sensible con las personas que conviven con VIH. Ellas necesitan de nosotros”, señaló.