Mujeres en el vórtice de los desastres
Las mujeres tienen un papel primordial en escenarios de desastres, donde auxilian a muchísimas personas necesitadas, pero ellas y las adolescentes son, a la vez, las más vulnerables en esas circunstancias.
"En situaciones de emergencia las mujeres deben superar inmensos obstáculos para ocuparse de la salud y la atención de los hijos, los enfermos, los heridos y los ancianos, y cargan con el mayor peso del socorro y la reconstrucción", señaló Jesús Robles, coordinador internacional de programa del Fondo de Población de Naciones Unidas en Cuba (UNFPA), el pasado 24 de julio en La Habana.
El experto intervino, junto a especialistas cubanos, en un conversatorio con motivo del 11 de julio, Día Mundial de Población, que este año detiene la mirada en la población femenina en circunstancias de desastres, bajo el lema: "Sin excusas, cuidar la vida de una mujer es prioridad, en cualquier circunstancia y en todo momento".
Más huracanes, ¿otro lado feo del cambio climático?
Por Raquel Sierra
Yaremis Orta vive en una pequeña loma, cercana al poblado de San Diego de los Baños, en Pinar del Río, unos 80 kilómetros al oeste de La Habana. Hoy tiene una casa nueva, de tablas de palma. La vieja se la llevaron los vientos de Gustav, uno de los huracanes que hicieron estragos en Cuba, en 2008.
Ante el paso del ciclón, a finales de agosto pasado, Yaremis y sus tres niños fueron evacuados al balneario del poblado, de unos 7.000 habitantes, en la más occidental provincia cubana. Su esposo, Raciel Rodríguez, permaneció cerca de la vivienda, guarecido en el "vara en tierra", una construcción rústica, con techo de ramas de palma, a dos aguas, anclado directamente en el piso.
Techos arrasados
Por Dixie Edith / Foto: AIN
Nieves Soler es una de las muchas personas que perdió el techo de su hogar a causa del paso por Cuba de los huracanes Ike y Gustav, en la occidental provincia cubana de Pinar del Río.
Claribel Linares, también de ese territorio, tuvo menos suerte: de su casa, en el municipio de Sanguily, quedaron apenas unas tablas.
"Hemos pasado otros ciclones aquí que se han llevado tejas, árboles y hasta postes eléctricos, pero nunca había visto sonar el viento como esta vez", contó Soler a SEMlac.