Vladimir Hernández Pacín (1966, ingeniero) reúne en Hipernova relatos escritos entre 1991 y 2008. El estilo da fe de su formación técnica: no deja inconsistencias en sus descripciones de edificios, armas o los efectos corporales de una caída libre. La prosa de Vladimir es irónica y cuidada, poética o feroz, según la necesidad. Casi todos los protagonistas son varones que ejercen con total tranquilidad la violencia física y que justifican la violencia de género. En consonancia, la mayoría de las mujeres se ocupan de tareas secundarias dentro de la trama, o son objetos sexuales.
Solo hay tres mujeres protagonistas en los nueve relatos de este libro. La primera es Ónix, de "Semiótica para lobos", trabajadora sexual, mujer empoderada de acuerdo a las lógicas de su mundo, pero estamos viendo su última noche. Quien ella creía fácil presa, resulta ser un cazador que la supera. La impronta de la crisis de los noventa en Cuba es fácil de reconocer en este –otro más– relato de prostitutas, cuyo toque de horror final parece una advertencia moral del peor tipo. La segunda es Max, líder de una red de contrabando interestelar, seducida por el misterioso Kyle. Aunque Max es madura y selectiva, sucumbe desde el primer encuentro al atractivo de este hombre misterioso... para ser traicionada. Es algo incongruente que alguien que lleva 20 años dueña de sí caiga sin que medie algún tipo de droga o manipulación mental. Pero una mafiosa como Max no merece tal absolución por sus malas decisiones.
El único relato de una mujer exitosa es "Némesis": Paola es una prometedora arquitecta microbiológica que, para procesar el dolor de que su Sarah la dejara por un hombre –porque bisexual es igual a infiel–, diseña un virus para "buscar, infectar y destruir organismos con material cromosómico XY". Hay dos inconsistencias científicas aquí: presenta a la especie en términos sexuales binarios, por lo que niega la intersexualidad; y se atribuye la violencia a causas genéticas, no materiales o ideológicas, un sinsentido sociológico e historiográfico. Ambas pifias son consistentes con los prejuicios heteronormativos y homofóbicos que revela la escritura.
Heteronormativo, pues Paola castigará, junto a los varones heterosexuales, a mujeres transexuales y gays. Excluirles del mínimo debate ético del relato implica que, para el autor, no existen. Homofóbico porque los motivos de Paola son enfermizos argumentos sobre la superioridad del amor entre mujeres. Al mismo tiempo, Hernández Pacín afirma que todo se reduce al "más íntimo odio hacia esa mitad del género humano" de ella. La sexualidad de Paola es patológica para el narrador, resultado de un gen "invertido" y la desigual atención de sus padres.
Elaine Vilar Madruga (1989, estudiante de Dramaturgia) explora constantemente la ética de sus personajes: presentan situaciones dramáticas límites, donde cada individuo debe tomar decisiones de vida o muerte.
Al límite de los olivos (2009) es una crónica de guerra; los relatos presentan un mundo marcado por luchas, pobreza, retroceso social y pérdida de la memoria cultural. La ética austera y resistente de la guerra castiga a quienes dudan. En este mundo cruel, que solo premia la dureza, Elaine solo concibe hombres que son duros proveedores y mujeres que renuncian a su autonomía y viven –o tratan de vivir– en sintonía con un varón que las valide.
De ese modo piensan Lena, que sigue a Liem a pesar de que viene del futuro y tiene certeza de la derrota, "pero jamás impuso su criterio. Lo seguía a él como líder y amante"; y Atti, que acepta la violación de su hermano como la vía para construir una familia. La traición también tiene rostro femenino, se llama Alsion. La educación sentimental de todas ellas se resume en Elena, que lleva toda la vida esperando a un amante intuido en sueños. Le verá por un instante para confirmar su existencia, verle partir a la lucha y seguir esperando.
Promesas de la tierra rota (2013) relata el viaje formativo del niño Melkar a lomos de su dragón y perceptor Sulk, describe a tres sociedades post-apocalípticas: Río Arriba, comunidad de cazadores y agricultores; la ciudad numeraria número 1, dedicada a la guerra, y Castarok, antigua base de los dragones y sus pastores –en ningún momento la autora es capaz de explicar la naturaleza de los dragones.
Queda claro, desde el inicio, el papel subalterno de las mujeres, educadas como reproductoras e impedidas de acceder al poder. En el caso de la ciudad numeraria número 1, están esclavizadas. Allí las mujeres fértiles están recluidas, su vida se reduce a ser fecundadas por vía artificial para explotar al máximo su capacidad reproductora. Ellas son meras gestantes de fetos genéticamente modificados. Al agotar sus capacidades reproductoras serán desechadas, y las otras sienten poca o ninguna solidaridad por el incierto destino fuera del Nido. Es que ya no son personas –capaces de amor o solidaridad–, sino úteros.
Salomé (2013) ocurre en Vilda, ciudad comercial del imperio interplanetario de los Ilgrim. Conviven aquí las más sofisticadas técnicas de comunicación, el fanatismo religioso y el ambiente escabroso de la vida cortesana. El libro incluye inconsistencias inadmisibles: se domina el salto hiperespacial1, pero no se puede curar la úlcera, administrar anestesia o cerrar heridas por cauterización.
Los narradores son Silver Adus, Tameréw, Yayne-yw, Ero Antipas Ilgrim, Arrlen Ilgrim y Fimbrá. Por sus ojos vemos a Salomé, una criatura capaz de manipular la mente, cuya racionalidad nunca se esclarece. Detengámonos en Yayne-yw y Ero.
Yayne-yw es un eunuco, ex–amante, consejero y amigo de Ero Antipas Ilgrim, se sometió a la castración para acompañarle a Vilda; es el único que muestra alguna resistencia a Salomé. Ero, sobrino del emperador Sonner II y Comendador de Vilda, vive torturado por la cobardía que le impide confesar su amor a Yayne, que le costaría todo. Los dos han internalizado la homofobia de tal modo que solo perciben sus sentimientos con culpabilidad. ¿Cuál es la necesidad dramática de esta pareja? El rol de mediador de Yayne podría ser asignado a una mujer, pero como Vilar Madruga no puede presentar a una mujer empoderada, introduce al eunuco. Esta elección no deja un saldo positivo, pues Yayne y Ero se traicionaron.
¿Era imprescindible que fueran infelices para el desarrollo del conflicto? No, pues ese amor ya terminó cuando Salomé aparece, hace décadas que son amigos y lo que destruye la criatura es esa amistad. Incluso, si hubieran sido felices, el poder para superar esa fraternidad tendría que ser tremendo, lo que implicaría una Salomé aún más fuerte. Pero la autora no les imagina lo suficientemente valientes como para resistir la adversidad y esa es una elección homofóbica.
Pasemos al segundo grupo: considero feminista la escritura de Sigrid Victoria Dueñas, Anabel Enríquez Piñeiro y Erick Mota, por la normalización de la igualdad –intelectual, sentimental y social– entre sus personajes masculinos y femeninos, de modo perfectamente integrada a las historias. Ese es uno de los objetivos del feminismo: alcanzar igualdad entre hombres y mujeres en cualquier ámbito de la vida. Las posibilidades de la ciencia ficción en esa dirección son tremendas2.
Ciudad en red (Victoria Dueñas, 2011) mezcla el ciberpunk –cruce sistemático entre la vida material y virtual– con la cultura cubana: narra el XXI Certamen de La Habana en Red para menores de edad, dedicado a la obra de José Martí. Se compite con el apoyo de unidades de Almacenamiento Masivo de Información (AMI), las cuales pueden personalizarse hasta parecer Inteligencias Artificiales. Durante la competencia se sigue a ocho personas –y sus AMIs–: las jóvenes Samu, Cisne, Géminis y Ying Yang (gemelas estas dos); los varones Mega y Chibi–hermanos–, Salgari y Faren.
A través de una vivaz dramaturgia, se debaten las diferencias generacionales, las relaciones interpersonales y la ética. Estos dos últimos temas se combinan en el claro enfrentamiento al sexismo. Toda Ciudad en red puede leerse como un desmontaje de la frase "ustedes, las mujeres, no están hechas para la matemática".
En respuesta, Samu es la mejor competidora, con un dominio envidiable del código binario y los lenguajes de programación, estratega cautelosa, consciente de sus limitaciones y especialista en combates de habilidad y reflejos. Algo que reconocen Faren y Mega, caracterizados como varones violentos. Cisne y Salgari trabajan en pareja y la autora pone cuidado en que se note el respeto mutuo, la igualdad en sus interacciones a pesar de la diferencia de género y edad. En general, los personajes femeninos están concebidos con gran autonomía, destaca la ecuanimidad con que ellas se toman la dinámica del Certamen.
Anabel Enríquez Piñeiro ganó el Calendario de ciencia ficción en 2005 con Nada que declarar. Aunque es un libro desigual3, la autora revela talento para el género. Tres relatos están protagonizados por mujeres: "Deuda temporal", "Cartografía galáctica de la hospitalidad" y "Castigo de los dioses". Vamos a detenernos en los dos primeros.
En "Deuda temporal" el conflicto se construye a través de la relación entre una mujer que parte al cosmos y su hija, que se ancla al planeta natal. Anabel reflexiona sobre el sentido de la familia y se pregunta sobre la trascendencia cuando se abre el camino del salto temporal, ¿sobreviviremos a través de la inmortalidad o de la descendencia? Preguntas feministas –no femeninas–, en tanto se eluden esencialismos sobre la sensibilidad de las mujeres o el valor de la maternidad. Lo que se cuestiona es el compromiso que la madre evade y su hija mantiene.
"Cartografía galáctica de la hospitalidad" reelabora un cuento clásico de Antón Chejov, "Cronología viviente", pero conocer el original acaso opaque el placer. Aquí Fiana, esposa del Cónsul Cultural del planeta Varsavam, ejerce sus criterios sobre la hospitalidad, sin rubor, con lo que suponemos el apoyo implícito del cónyuge. Caemos en una de las constantes de la ciencia ficción feminista: ¿cómo cambiarán las dinámicas familiares al encontrarnos con la diversidad biológica y cultural extra-planetaria? El otro personaje femenino es la oficial Hunter, que narra el evento en primera persona. Es un personaje singular en sí misma, pues mantiene una relación de igualdad con Thomas Kirk en su nave: ella es la astronavegante, él se ocupa de las relaciones públicas.
En 2008, el Concurso "La Edad de Oro" reconoció la noveleta de Erick Mota Bajo presión que, cosa rara en Cuba, es una precuela4 de "Cartografía galáctica de la hospitalidad", pues revela cómo se conocieron Kay Hunter y Juan Tomás "Thomas" Kirk. El gesto feminista es claro: son un hombre y una mujer heterosexuales que comparten amistad y proyectos de vida como iguales. Adiós a la dependencia sicológica de ella, adiós a las confesiones de amor secreto de él. Kay y Kirk tienen su amistad y un objetivo común, explorar el espacio.
Mota sigue con sus inusuales roles de género en Algunos recuerdos que valen la pena (2009). En los cuentos "¿Quién nos librará de la derrota?" y "Cuando llueve en Claudia", los protagonistas no pueden hallar la plenitud sin ellas, están llenos de miedos, saben que no existirían sin esas mujeres que los desprecian. Con tan simples recursos, el autor revierte la tradicional desigualdad genérica consustancial al ideal de amor romántico –donde ella alcanza plenitud a través de él. El relato distópico "Memorias de una puta", por su parte, evade el lugar común de la prostitución como respuesta a la pobreza. Maya no tiene dudas sobre la legitimidad de su oficio y el autor aborda sin aspavientos otro de los temas candentes del feminismo, el trabajo sexual. Queda claro que Mota apoya el derecho de las mujeres para usar libremente su cuerpo y quedarse las ganancias.
La tercera parte de esta reflexión es para la escritura queer de Michel Encinosa Fu y José Miguel Sánchez Gómez –el Yoss. ¿Por qué? Bueno, la teoría queer parte de la consideración del género como una construcción y no como un hecho natural, y establece ante todo la posibilidad de repensar las identidades: ni el sexo es constitutivo de identidades fijas, ni hay diferenciación binaria entre las personas. Las exploraciones de Encinosa Fu con el ciberpunk, y de Yoss con la exobiología, denuncian sin piedad los prejuicios sociales sobre el cuerpo y la inutilidad de cualquier modelo moral que se pretenda universal.
Aunque Michel Encinosa Fu no tiene formación académica en ciencias –estudió Lengua y Literatura Inglesa–, la calidad de su escritura y complejidad de los personajes –acaso la mejor del fantástico cubano actual– lo transforman a en hito imprescindible de la CFC. Es probable que no pueda explicar qué ciencia sustenta a sus personajes o conflictos, pero les lleva hasta las últimas consecuencias. La mayoría de los relatos de ciencia ficción de Encinosa Fu ocurren en el mundo de Ofidia –universo ciberpunk nacido como juego de rol a fines de la pasada década del noventa5. Ofidia, megaurbe donde nunca llueve, capital de un mundo violento y desigual, es el escenario de Niños de neón (Encinosa Fu, 2001), Dioses de neón (Encinosa Fu, 2006) y Veredas (Encinosa Fu, 2006).
Primer ejemplo de lógica queer: ¿quién es 74? Un ser artificial, creado ya adulto y con plenos derechos ciudadanos. Su ventaja está en las capacidades de auto-modificación casi ilimitadas. En "Besa el látigo", 74 ejerce como guardaespaldas, para lo cual cambia de cuerpo tres veces. Durante el proceso habla de sí como individuo femenino o masculino, al ritmo del sexo biológico de su cuerpo. No hay ni una pista sobre la identidad de género "real" de 74, porque no importa. Como ser nacido para la transformación constante, 74 no puede detenerse en las etiquetas del género: tiene "número social, un par de mascotas y un bosque bonsai en la sala de su apartamento"; eso le hace persona. Otro que excluye el género del núcleo de su identidad es el protagonista de "1ro soy un jerbo". Esto sabemos de su vida: tiene más de la mitad del cuerpo sintético, se hizo una cirugía trans para feminizarse, que luego revierte, y sueña con el único amante que dejó huellas en su corazón, Demonio Temporal.
Aunque Dioses de neón no incluye personajes protagónicos con sexualidad "disidente", parte de la atmósfera se debe a la normalidad de las modificaciones corporales, gracias al desarrollo de la cirugía, la genética, las prótesis y la nanotecnología –esto es un lugar común del ciberpunk. En "Como tuvieron que morir las rosas", Encinosa Fu expone el credo de los "exóticos" y explica sus modificaciones corporales como expresión de la solidez del individuo. Aunque el tema es el racismo, el debate es fácilmente extrapolable a toda expresión de identidad no normativa: queer.
El policiaco Veredas, protagonizado por la detective privada Randy, sí habla de sexualidades. Vicky, retoño del policía Chico, nació "con la dotación completa de genitales de ambos sexos", pero la normalización quirúrgica fue descartada, "a fin de cuentas, Vicky se sentía muy bien con su dualidad". Durante la aventura, la identidad de género del personaje fluye entre feminidad, masculinidad y androginia sin que nadie levante una ceja –nada sorprendente, estamos en el mundo de "Besa el látigo".
Ello explica que Chico se refiera a Vicky como su "hija", al mismo tiempo que Randy le llama "niño".
Durante su pesquisa, Randy investiga al club Reina de las Nieves, "el principal núcleo de las lesbianas de ultraderecha del orbe". Aunque no ayuda a Randy en su pesquisa, el discurso de la ex–lesbiana Calenda Suárez vale la pena. Ella defiende la "limpieza genética" para eliminar "síndromes incontables", entre ellos la "multisexualidad" –¿querría decir intersexualidad o transexualidad? Por último, el asesino "súper malo" expresa sin rubor su desprecio por ciborgs, exóticos y el "cachorro hermafrodita" Vicky. ¿Un malo que es malo por racista y heteronormativo? ¡Bravo Michel!
Y llegamos al último de este recuento: Yoss. Este biólogo, narrador, ensayista y cantante de rock, se dedica en los últimos tiempos a especulaciones biológicas absolutamente desenfrenadas, a veces con una densidad tal que afecta el ritmo de sus relatos. Se gana a pulso el adjetivo hard. Pluma de león (2009), Super-extra-grande (2012) y Condonautas (2013) son expresión de esta línea creativa. Son novelas que analizan los impactos económicos e ideológicos del contacto con otras especies inteligentes, cuyas historias evolutivas –materiales y espirituales- nada tienen que ver con la vida terrestre.
Pluma de león ocurre en el siglo XXIV, el homo sapiens domina a cuatro especies extraterrestres. Para justificarse, las élites de la Tierra han generado un discurso antropocéntrico y discriminador. Xandra es una adolescente humana y pobre, que acepta ser amante a sueldo del adinerado Tuen, un arlequín. A través de él, descubre el racismo de su propia especie. Lo que me interesa destacares la normalización de la atracción física y/o el amor como argumentos para legitimar cualquier arreglo sentimental entre seres racionales.
En Super-extra-grande, para la segunda mitad del siglo XXI la humanidad se extiende por la Vía Láctea y convive con otras seis especies inteligentes. El veterinario Jan Amos Sangan Dongo –víctima del Síndrome de González, que le provocó 2.32 m de altura, pies de 63 cm y 169 Kg de peso– prospera como "Veterinario de los Gigantes". En este universo, el sexo inter-especieno se acepta como fundamento de familia, solo puede ser diversión juvenil. Así que, cuando Jan acepta en su corazón y su cama a la humana Enti Kumusa y la cetiana An-Mhaly, el trío provoca el chismorreo de todo el planeta Gea, donde viven. Pero no importa, Jan Amos afirma que para la convivencia hay que disfrutar la diversidad –llegar a amar lo que nos hace básicamente personas, sin importar nuestra especie.
Condonautas sigue a Josué Valdés, que vive a fines del siglo XXII. La Vía Láctea contiene unas 29.000 especies inteligentes y, en cada encuentro comercial, se sigue el estricto Protocolo de Contactos: al sellar un trato, deben encontrarse un representante de cada especie y "cohabitar". Dada la importancia del Protocolo de Contactos para la economía, la falta de escrúpulos sexuales es ahora un atributo deseable en la Tierra, y la heterosexualidad algo "anticuado" –Yoss insiste en el oportunismo mercantilista de tal abrazo a la diversidad sexual. Josué es Especialista de Contactos: su tarea es tener sexo con individuos de cualquier especie. En realidad es un mecanismo de escape: compensa su incapacidad de relacionarse con humanos a través del sexo –muy bien pagado– con otras especies.
La especulación biológica que alienta a estas tres novelas pone en crisis las lógicas sociales de binarismo sexual y heteronormatividad, que pautan nuestra vida cotidiana. Al construir universos no antropocéntricos, Yoss destruye la jerarquía entre géneros, orientaciones sexuales e identidades de género. Es que, en medio de tantas especies y modelos de familia, ninguna de estas categorías puede definir la identidad individual, menos aún la valía social. Semejante desmontaje estructural de los ordenamientos del amor y la familia no se veía en la CFC desde que Ángel Arango normalizara la paternidad y maternidad colectivas en la ya clásica Transparencia (1982).
Hasta aquí el recuento, espero haberles provocado un par de lecturas o relecturas. Recuerden la idea de Umberto Eco: "la ciencia ficción buena es científicamente interesante no porque hable de prodigios tecnológicos –y podría incluso no hablar de ellos–, sino porque se propone como juego narrativo sobre la propia esencia de toda ciencia; es decir, su conjeturabilidad6." Después de todo: ¿habrá algo mejor que un género que piensa las implicaciones de la tecnología para desnaturalizar la cultura, emanciparnos de sus prejuicios y enaltecer su humanidad?
Notas
1- Término común de CF para referirse al viaje a través del hiperespacio, a velocidad mayor que la de la luz.
2- Ver más en Portales Machado, Yasmín Silvia, "En busca de Estraven I. Sobre el sentido de la especulación feminista en las historias de ciencia ficción" en Cubaliteraria, 19 de julio de 2010. URL: http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=11763&idseccion=25.
3- Para más información ver Yoss, La quinta dimensión de la literatura. Reflexiones sobre la ciencia ficción en Cuba y el mundo. La Habana: Letras Cubanas, 2012, pp 81-83.
4- Neologismo del inglés antónimo de "secuela". Término común respecto a las sagas de CF o fantasía que se desarrollan en varios libros o filmes, pero que no aparecen en orden cronológico. Como "La Guerra de las Galaxias", las primeras películas son las partes 4,5 y 6, en el siglo XXI aparecieron la 1, 2 y 3.
5- Yoss, ob. cit.,pp. 125-143.
6- "Los mundos de la ciencia ficción" en Los desafíos de la ficción, Eduardo Heras León. La Habana: Gente Nueva. 2002, p. 1258.